La sociedad del espectáculo, título parafraseado de la famosa obra de Guy Deborn, es una instalación que propone una reflexión sobre la utilización, desde un punto de vista comercial, de la naturaleza. El enclave de las cataratas del Niágara en la frontera entre Canadá y Estados Unidos nos sirve de ejemplo paradigmático de la transformación de espacios naturales con fines crematísticos. La naturaleza se convierte en una simple excusa para el disfrute de cualquier actividad lúdica alejada de la misma. La teórica pretensión de acercamiento a la naturaleza se ve frustrada por la terrible transformación del entorno: desde la desviación del curso del río para construir un paseo hasta la construcción de una especie de parque de atracciones, se consigue aislar y constreñir el espacio natural mediante la priorización del espacio urbano.
La instalación constituida por el listado de propuestas de ocio del Hotel Hilton, las fotografías de turistas uniformados con impermeables (rojos los canadienses y azules los norteamericanos), la documentación videográfica del espectáculo nocturno de iluminación de las cataratas, la visión alejada donde es difícil distinguir las cataratas entre los edificios y las luces de discoteca, nos muestran este enclave natural convertido en un puro espectáculo, una reactualización de lo sublime muy alejada del concepto romántico.